Hallado muerto un coronel que torturó a víctimas de la dictadura brasileña


Paulo Malhães fue asesinado mediante asfixia en su vivienda de Río de Janeiro, según las primeras investigaciones

Malhães declara ante la Comisión Nacional de la Verdad en Río, en abril. / COMISSÃO NACIONAL DA VERDADE
Las heridas de la dictadura brasileña (1964-1985) siguen abiertas y mucho queda por saber sobre este periodo, casi 30 años después de la redemocratización del país. Así lo atestigua la muerte repentina del teniente coronel retirado, Paulo Malhães, agente del Centro de Informaciones del Ejército (CIE) que funcionaba en la localidad de Petrópolis, en la sierra de Río de Janeiro, conocida por algunos historiadores como la “casa de muerte”. Se da la circunstancia que Malhães declaró hace un mes ante la Comisión Nacional de la Verdad instaurada en Brasil para investigar los crímenes cometidos durante los años de plomo. En su polémico interrogatorio, que duró algo más de dos horas, Malhães admitió con una frialdad de hielo su participación en una retahíla de asesinatos, torturas y desapariciones de disidentes del régimen castrense.
Según las investigaciones premilitares, el militar fue asesinado por asfixia en su casa del municipio de Nova Iguaçu, en la Baixada Fluminense de Río de Janeiro. Según informa el diario Folha de S. Paulo, miembros de la Comisión de la Verdad en el Estado de Río de Janeiro han confirmado que la casa de Magalhães fue asaltada por tres individuos que amarraron a la esposa, asfixiaron al septuagenario y robaron sus armas de fuego antes de darse a la fuga. Al contario de lo que se podría pensar (que se trató de un ajuste de cuentas de familiares o correligionarios de las víctimas de la dictadura), las mismas fuentes apuntan a que el asesinato puede haber sido ordenado o ejecutado por personas que podrían verse salpicadas por un nuevo arranque de sinceridad de Malhães. O peor aun: que esas personas pretendan mandar un mensaje a todos los citados a declarar ante la Comisión de la Verdad.
“Fue un agente importante de la represión de la dictadura y manejaba muchas informaciones sobre hechos que sucedieron en los bastidores. Es necesario que las investigaciones de su muerte sean hechas con mucho rigor porque todo lleva a pensar que fue asesinado”, declaró el presidente de la Comisión Estatal de la Verdad, Wadih Damous.
En la denominada “casa de la muerte” los agentes tenían la misión de interrogar a disidentes de la dictadura. Los medios para obtener información eran múltiples, e incluían la tortura e incluso el asesinato. Se calcula que unas 20 personas fueron ejecutadas en el centro de detención. Según el exmilitar, el objetivo último de los dramáticos interrogatorios era convertir a los opositores en informantes del régimen. La intervención de Malhães ante la Comisión de la Verdad resulta estremecedora por la naturalidad con la que narra algunos episodios. A saber:
Pregunta: ¿A cuántas personas mató?
Respuesta: A cuantas fueron necesarias.
P: ¿No se arrepiente de ninguna de esas muertes?
R: No.
P: ¿Como hacía para impedir la identificación de los cuerpos?
R: Retirando la arcada dental y las digitales (…). Les rompíamos los dientes y les cortábamos de aquí para arriba (señala la última falange de un dedo).

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